Una Superyacht Cup Palma sin Claire

Hace una semana, el “Rose” ganó la edición 2025 de la Superyacht Cup Palma. Aunque ya lo publicamos en nuestra web y han pasado unos días, sigue siendo noticia. Pero para mí, lo es aún más por lo que este evento me remueve por dentro.

Parece que fue ayer, pero ya han pasado 12 años desde que este proyecto, que nació como una válvula de escape personal, echó a andar. Un proyecto que ha ido tomando forma, generando sonrisas —y algún que otro quebradero de cabeza—, con la intención de acercar al público la náutica balear a través de noticias, reportajes, entrevistas y curiosidades, siempre poniéndole una sonrisa al mar. Nunca he querido utilizar esta cabecera para escribir un artículo de opinión, hasta hoy.

Como director de esta multiplataforma, y en nombre del equipo, hoy me toca escribir desde el recuerdo y en homenaje a una de las mejores fotógrafas y reporteras gráficas que he conocido. No solo por su talento y mirada, sino sobre todo por su calidad humana. Claire Matches nos ha dejado. Discreta, humilde, generosa… Para mí, una gran persona. Y desde ahora, la Superyacht Cup siempre me recordará a ella, por habernos dado la oportunidad de conocernos.

Corría el año 2013 cuando conocí a Jane Thompson, otra gran persona, incansable y para la que un día tiene 32 horas y a la que le debo mucho. Ella confió en nosotros, nos abrió puertas y nos brindó junto a Kate Branagh, la posibilidad de encargarnos durante varios años de la cobertura audiovisual de la Superyacht Cup. Años en los que aún no existían drones, ni estabilizadores para nuestras cámaras. Y fue allí, en esa edición, cuando conocí a Claire.

Recuerdo perfectamente el momento. Como es habitual en este tipo de eventos, la organización había instalado unos contenedores adaptados como oficinas para el comité de regatas, comunicación, foto y vídeo. Llegué para montar el PC y preparar el equipo, y al abrir la puerta, allí estaba ella. Se levantó al instante, con una sonrisa de oreja a oreja para saludar. No sabía quién era yo, y no le importó. Me trató de igual a igual, como a un compañero. Y con ese gesto, bastó. Así empezó una amistad. A partir de ahí, compartimos profesión, jornadas maratonianas, charlas de todo tipo a bordo de neumáticas patroneadas por holandeses campeones del mundo de velocidad, y muchas horas de helicóptero. Más allá del material que generamos, lo mejor de todo fue haberla conocido. Cualquiera que se acercara a Claire podía decir lo mismo: era fácil quererla.

Claire se fue a principios de este año, en silencio. Cuando me enteré, no quise creerlo. Le escribí, esperando que no fuese cierto. Y entonces vi en el chat de WhatsApp la palabra “escribiendo…”. Me ilusioné. Se me erizó la piel. Pero era José, su pareja, quien respondía. Y con su mensaje, llegó la confirmación de lo que no quería aceptar.

Por eso escribo estas líneas. Porque no me parece justo que alguien de su categoría, con tanto talento y tanta humanidad, se vaya sin más, sin que al menos uno de los muchos que la apreciamos le dedique unas palabras, un recuerdo, un homenaje. No sé si esto servirá de mucho, pero sentía la necesidad de dar el paso, de dedicarle unas palabras y rendirle tributo desde este espacio que ella también ayudó a engrandecer, aunque fuese con su sola presencia, su trabajo y su sonrisa.

Más allá de lo profesional, me quedo con el recuerdo de una persona siempre atenta, alegre, con una sonrisa en la cara cuando se sentía cómoda. Siempre se interesó por mis hijos desde que nacieron. Aunque hablábamos de pascuas a ramos, entre llamada y llamada el tiempo no parecía pasar. Ahora que se ha ido, lo que más me duele es no haber concretado aquel café que teníamos pendiente. Claire, quedará siempre pendiente...

Hasta siempre.

Carlos Hellín